Para la profesora María Fernanda Lara, del Centro de la Comunicación Humana de la Facultad de Medicina Universidad Nacional de Colombia (Unal), una explicación a dicha pregunta se puede encontrar en la neurogastronomía, ciencia que estudia la manera como el cerebro crea la percepción del gusto y cómo es usado para la industria de los alimentos.

“Son variadas las estrategias que se utilizan desde la neurogastronomía para vender alimentos ultraprocesados o con alto contenido de calorías, grasas trans y azúcares, dado que muchos de los placeres que sentimos con los alimentos radican más en la mente que en la boca”, aseguró.

Expertos explican que se ha potenciado el crujido de las papas fritas en la boca con el objetivo de que se perciban como frescas, crujientes y ricas. Los colores también juegan un papel fundamental los alimentos azules o verdes, por ejemplo, dan la sensación de frescura.

“También sucede que cuando tenemos mucha sed, pensamos en tomarnos una gaseosa bien fría o con hielo, en vez de un vaso de agua, porque nos gusta la sensación que perciben nuestras papilas gustativas cuando entran en contacto con el gas”, añadió Lara.

Estos productos son añadidos en el consumo diario porque, según Lara, “los sabores que manejan cierto tipo de sustancias adictivas, la publicidad y el mercadeo de estos productos –que es bastante agresiva– y el fortalecimiento de marca por parte de influenciadores como actores y deportistas famosos”.

Esto lo comprobó la nutricionista Olga Lucía Mora, experta en comunicación científica, “las redes sociales permiten que cualquier persona hable de diversos temas, y en el caso de la nutrición y la alimentación existen miles que comparten consejos, recetas, estrategias y suplementos alimentarios, entre otros”.

Mercedes Mora, nutricionista de la Unal, aclaró que, “un alimento es producido por la naturaleza y al momento de consumirlo conserva su matriz alimentaria, no contiene ingredientes adicionales; por el contrario, los productos comestibles ultraprocesados contienen entre tres y cinco ingredientes, entre los más frecuentes están el azúcar añadido, el sodio o la grasa saturada industrializada, y además se les añaden sustancias preservantes”.